lunes, 5 de agosto de 2013

La presentación de Jesús en el templo. Perdido entre los doctores

Lectio divina de Lc 2,22-52 

(1ª) Cuando llegó el tiempo de su purificación, conforme a la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor –así lo prescribe la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor– y para hacer la ofrenda que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones [Lv 12,8].
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo. Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, puedes despedir a tu siervo
en paz, según tu promesa,
porque mis ojos han visto esta salvación [Is 40,5]
que has colocado ante todas las gentes:
como luz para alumbrar a las naciones [Is 49,6]
y gloria de tu pueblo, Israel.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que decía acerca del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
Mira: éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten;
será una bandera discutida
mientras que a ti una espada te atravesará el alma
así quedará patente lo que todos piensan.

Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos. Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban el rescate de Jerusalén.
Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber; y el favor de Dios lo acompañaba.

(2ª) Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén [Dt 16,1-8]. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar esta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Pensando que iba en la caravana, hicieron una jornada de camino y se pusieron a buscarlo entre parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron en su busca a Jerusalén.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo:
Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
El replicó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que estar en la casa de mi Padre?
Ellos no entendieron lo que les dijo. Bajó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre lo guardaba todo en su interior. Jesús progresaba en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

TRASFONDO DE LECTURA

Comienza observando que el texto tiene dos partes. Están señaladas. Los dos relatos se parecen bastante. Pero tienes que fijarte en los detalles, especialmente, en la insistencia por parte de Lucas de que la ley y los profetas se cumplen en Jesús
El primer bloque (1ª) se refiere a la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén. Lo llevan sus padres según lo previsto por la Ley de Moisés. Es la costumbre. Puede dividirse en cuatro partes:
1.Escena en la que José y María llevan al niño Jesús al templo de Jerusalén.
2.Recibimiento del niño por Simeón y doble oráculo sobre el destino del niño.
3.Recibimiento del niño por la profetisa Ana.
4.Conclusión, que comprende el regreso a Nazaret, y apostilla sobre el crecimiento del niño.
El segundo bloque (2ª), cuando Jesús tiene unos doce años, sube de nuevo a Jerusalén para la fiesta de Pascua. Es también la costumbre. Pero los detalles de la estancia en Jerusalén son muy diferentes al texto anterior. Aquí lo importante no es tanto la ‘presentación’ cuanto que Jesús ‘se pierde’... Y, claro está, viene la consiguiente preocupación de María y José. También puede dividirse en cuatro partes:
1.Jesús y sus padres suben a Jerusalén.
2.Los padres pierden a Jesús y lo buscan.
3.Los padres encuentran a Jesús y se quedan desconcertados. Jesús responde subrayando las exigencias de su Padre.
4.Conclusión: Jesús baja con sus padres a Nazaret, y de nuevo la apostilla sobre el crecimiento del joven Jesús.

MEDITACIÓN

* La ida a Jerusalén cumple una ley que dice que a partir de los 12 años, todo judío tenía que ir por Pascua al templo. Hay un rito y para un judío este “ir a la casa del Señor” era todo júbilo, alegría. ¿Qué sentirá Jesús al saber que va a la casa de su Padre?...
* Jesús nos enseña que toda vida espiritual tiene que aceptar la ley.“Las vivencias más hondas del amor deben reflejarse en unos preceptos” (K.Rahner). ¿Qué sentirá el corazón de este Niño al acercarse a Jerusalén, él que tenía tan presente su filiación?...
* Subida a Jerusalén, siempre es subida, camino ascendente hacia la cruz. Jesús se queda en el templo, con la consiguiente sorpresa y desconcierto de sus padres. Sorpresa y dolor. El discernimiento de Jesús se mueve entre la sorpresa y el dolor. Jesús era consciente de donde tenía que estar. ¿Cómo estará María?... ¿Y José?...
* Desconcierto. Porque la voluntad de Dios era que estuviera en el templo y que los padres, angustiados, lo buscaran. Y este desconcierto y misterio provoca dolor. Jesús experimenta ya desde pequeño lo que es el dolor, al ver así a sus padres. ¡Cuántas veces a nosotros,...!
* Jesús, sabiduría divina, ahora se encuentra entre los doctores. Quiere estar en las cosas de su Padre. En medio de la tranquilidad de los años, un anuncio profético que hay que hacer en total independencia (de la familia, etc.). Es la voluntad del Padre que se hace en esa ruptura total, por muy sagrado que sean los vínculos que tenga. Su Padre es el Único Absoluto. Incluso los afectos más santos, todo esta supeditado, subordinado a la voluntad del Padre. ¡Adentrarse en ese desgarro de Jesús!. “La salvación nos llega cuando nos entregamos de una forma ferviente a las cosas del Padre” (K.Rahner).“Dios es nunca bastante” (Francisco de Asís).

ORACIÓN

Como siempre, cuéntale ahora a Dios lo que estas sintiendo: tu ilusión, tu miedo, tu decepción, tu esperanza. Ábrete a él en fe, acción de gracias, súplica, ofrecimiento, confianza, aceptación... Pregúntale alguna duda que te quede y espera su respuesta. Formula alguna pregunta que él te hace y respóndele.
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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas  

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